martes, 16 de abril de 2013

Diálogo con José Massaroli sobre sus historietas


Diálogo con José Massaroli sobre sus historietas







Hola José. Bueno, de nuevo por acá. Es un gusto conversar otra vez. Más después de tantas cosas publicadas entre la anterior visita y esta. Recuerdo que cuando terminaba de publicar el anterior encuentro, se anunciaba la publicación de Fusilen a Dorrego. En aquella ocasión hablamos de Juan Moreira. ¿Este emprendimiento tuyo de recrear en historietas a personajes históricos y del folklore argentino es una consigna pendiente o simplemente se te da  de forma natural?

         ¡Hola, Mario! El gustazo es mío. ¿Viste cuando dos personas se encuentran y no tienen nada nuevo que contarse? Bueno, acá lo lindo es que no ha pasado mucho tiempo desde la anterior entrevista, y sin embargo, tenemos un montón de cosas para comentar. Me alegra mucho tener la oportunidad de continuar aquella conversación, como si estuviéramos en la mesa de un café... ¡Mozo!
         Sobre tu pregunta, sí, el empecinamiento en los temas nacionales es una consigna pendiente que cargué durante mucho tiempo y que a la vez se está dando de manera natural en el presente. O sea, que siempre me interesaron mucho los hechos de nuestra historia y la posibilidad de llevarlos a la historieta, no sólo como una forma de difundirlos, sino también por el placer que me produce contar cosas de nuestro pasado, que no está muerto como muchos creen, sino que tiene mucho que ver con lo que somos en el presente. La favorable recepción que tuvo Juan Moreira me indicó que estaba en el momento decisivo para volver a aquellos temas. Creo que no me equivoqué, porque tanto Dorrego, como La Vuelta de Obligado han sido muy bien recibidas por el público. Hay mucho más interés en la gente por estos temas históricos, cuando se los presenta de manera atractiva, de lo que los editores se imaginan.

Duendes está publicando todos tus trabajos, incluyendo tu personaje Orquideo Maidana que tiene un tono muy diferente a los históricos, y sin embargo con ese personaje también mantenés tu línea de hacer historias de neto corte cultural y nacional. ¿Trabajás en Orquideo entre las creaciones de las otras historietas o dejás un laburo para encarar otro?

         Me es casi imposible desarrollar dos o más trabajos a la vez. Una historieta creada por mí, es decir, escrita y dibujada, se convierte en un mundo que me atrapa y me voy metiendo en ese mundo cada vez con más exclusividad, hasta el punto de ir dejando colgadas muchas cosas hasta que llego al final. Con Orquídeo pasa lo mismo, sólo que tomo otras partes de nuestra historia: la tanguera y la literaria.

¡Qué suerte que compartimos aquella cena del 20 de diciembre! ¡Y eso que en un principio no te convoqué pensando que diciembre sería un mes imposible para que asistas a una reunión! Pero fue la intervención de Felipe Ávila la culpable, Y tengo que agradecerle porque vinieron otras personas de la más agradable personalidad. En realidad ese día hubo varios invitados casi de sorpresa como Claudio Ramírez a quien trajo Liliana y Germán Ponce, otro genio que vino con Martín. Pero yendo a lo que te quería preguntar, es sobre  la historieta de Dorrego. ¿Cuánto tiempo te toma hacer el guion de un relato así? Citas fuentes, pero sé por experiencia propia que hacer una biografía es un laburo enorme de investigación, selección y descarte de montones de material.

         Estuvo muy linda la cena, buenos amigos, nuestro tema favorito, un lugar agradable, buena comida, emotivos brindis ¿qué más se puede pedir?... ¡Que me vuelvan a invitar, ja, ja!
         Lleva tiempo escribir el guión, sí, porque hay que escarbar, buscar documentación y sobre todo, descartar muchísimo para quedarse con lo esencial, no sólo desde el punto de vista histórico, sino desde la óptica de la acción y la aventura que una historieta debe tener para no resultar aburrida, pecado mortal en este arte. Hoy en día, el acceso a la documentación es muy rápido, gracias a internet, pero eso trae el inconveniente de que uno encuentra demasiados datos y hay que leer muchísimo, imprimir, comparar etc. En la época en que escribí el guión de Fusilen a Dorrego, sólo encontré el libro de Pavón Pereyra y alguna nota en la revista Todo es Historia, de modo que el trabajo fue más fácil.

Encima después está el trabajo de crear una trama entretenida. Me encanta el comienzo con eso de las plazas y las calles, muy interesante. También mostrás a un Dorrego muy entendible y humano que gustaba de las bromas en su juventud. Hasta llegas a aclarar en un momento sobre la edad de Dorrego durante las campañas. Claro que a medida que avanza la historia, el relato se vuelve más serio y complejo, hacia la tercera parte es casi un libro puro de historia con imágenes ¿tuviste ayuda para armar todo esto o fue cosa de tiempo y dedicación?

         La única ayuda fue el entusiasmo que sentía por lo que estaba haciendo y la libertad que me dio el diario La Voz para trabajar. Ninguna interferencia. Puedo decir que hice lo que quise, para bien o para mal. Otro factor que ayudó fue el hecho de que mi lugar de trabajo era el estudio Géminis, donde me veía rodeado de amigos dibujantes que con sus comentarios, no siempre favorables, y bromas, me aportaban otros puntos de vista sobre mi trabajo. Muchas veces, una partida de ajedrez o unos mates con Mulko, Gil, Gaspar, Bustos y otros compañeros, me daba un respiro y permitía que volviera al tablero con la mente despejada y viera la página que había dejado colgada, de otra manera. Es muy distinto a trabajar solo sin tener la posibilidad de comentar lo que se está haciendo.

Hay una parte que desconocía. Es cuando está en el barco y todas esas aventuras que lo llevan a recorrer el mundo y conocer a nombres de otros países de la manera más aventurera que solo conocí en relatos de ficción ¿Por qué pensás que Dorrego no es uno de los personajes conocidos de nuestra historia?

         La historia “oficial” ocultó la historia de Dorrego, porque no le convenía a los vencedores de Caseros mostrar las virtudes de un hombre que fue el padre del federalismo en la Argentina. Lavalle, el fusilador, era el héroe “oficial”, y de él a su vez ocultaron toda la parte oscura, dejando a la vista sólo al héroe de la Independencia. Esos historiadores son los que convirtieron la historia argentina en el mamotreto aburrido que padecimos en la escuela, en el que nuestros héroes eran de mármol y sólo se bajaban del caballo para decir sus últimas palabras. Por eso tantos chicos optan por las historias de cowboys, piratas y aventuras, ignorando que nosotros tenemos tantos o más héroes que Hollywood, y que además son de carne y hueso y no de plástico.

Hablando de la historia oficial. Existe la manipulación. Te cuento una anécdota. Hace unas semanas, escuché en la radio una carta que anunciaban escrita por la ex mujer de Hugo Chávez. Yo posteé esa info en lugares comunes, pero esa carta era falsa. Se trataba de una cosa escrita por un periodista. Me aviso un amigo. Al principio dudé por unos segundos, porque conozco a ese amigo y sé que aunque es argentino le gusta mucho la política de Chávez. También me dio un poco de bronca que los de la radio no investiguen las noticias que dan, o peor, que lo hagan adrede. A lo que voy es que cuando trabajamos en históricos tenemos que cerciorarnos de que las fuentes son fidedignas, más allá de nuestras simpatías. ¿Viviste algo de esto cuando investigabas a los próceres?

         Permanentemente. La manera en que los unitarios y sus descendientes liberales contaron la historia se va cayendo a pedazos a medida que investigamos. Algún día tendremos que cambiar de nombre a muchas de las calles  que hoy honran a traidores a la patria, entreguistas, genocidas, en fin... Lo de la carta de la mujer de Chávez es una infamia, pero seguramente no se trata de algo aislado sino que es parte de una campaña orquestada a gran escala. Internet es un campo fértil para estas cosas, pero también facilita que se desenmascaren enseguida.

 ¿Visitaste lugares donde haya estado Dorrego?

         ¡Ésa sí es una asignatura pendiente! Tengo que ir al campo de Navarro en que fue fusilado. Uno siente la necesidad de pisar el suelo en donde ocurrieron las cosas. Espero hacerlo este año. Conozco su tumba en la Recoleta, que irónicamente está muy cerca de la de Lavalle.

¿Pudiste conocer a algún pariente de Dorrego? ¿Qué le pareció la historieta?

         No, para nada. Conocí al historiador y periodista Hernán Brienza, que a esta altura es casi un familiar, de tanto que lo investigó. Su libro El Loco Dorrego tuvo mucha difusión desde que la presidente se lo obsequió a Hugo Chávez y éste lo mostró y comentó por todas partes. Se dieron cuenta que Dorrego no era sólo un héroe local sino que tiene proyección latinoamericana. ¡Hasta tuvo que ver con la independencia de Venezuela! Brienza en cierta manera se sentía “el descubridor” de Dorrego y se sorprendió mucho cuando supo que yo ya había contado la misma historia y las mismas anécdotas mucho antes, cuando él era un chico. Eso lo motivó a escribir un buen prólogo para mi libro y acompañarme en la presentación en la Biblioteca Nacional.

¿Qué posibilidad hay de que Fusilen a Dorrego sea leído en las escuelas?

         Lo ignoro. Me han sugerido más de una vez que lo presente a las autoridades de educación o cultura, pero no ando en esas cosas y todavía no encontré la vuelta. ¡Me gustaría, claro! Aunque te aclaro que no lo hice con esa intención, no pensé en eso cuando encaré la historieta. Para mí, lo importante es darle vida al personaje través de los cuadritos; lo que pase después... Pero pienso que es totalmente publicable hoy en día, ya sea en diarios, revistas o libro

Vi que escribiste Fusilen… hace ya mucho tiempo ¿Qué ocurrió? ¿Las editoriales no estaban interesadas en la historia? ¿Sufriste la censura? ¿O fue una decisión tuya esperar hasta ahora para mostrarlo?

         No eran los tiempos oportunos, pienso. Una vez que se publicó en La Voz, guardé los originales y nunca más los mostré hasta que, luego de subir Juan Moreira al blog de La Duendes, Alejandro Aguado me preguntó qué más quería publicar, y ahí resolví mantener la continuidad original: Después de Moreira, Dorrego, después de Dorrego, Facundo, tal como se publicaron en el diario, allá ´por los '80. Cuando cerró el diario, yo ya estaba en los dibujos animados, luego vinieron las historietas para Disney... y cuando me quise acordar, ¡habían pasado más de 20 años! Verlo convertido en libro es un orgullo y una emoción muy grande para mí. Es como si estos trabajos renacieran de las cenizas. Como que éste era el momento que esperaron hasta ahora, cuando hay una predisposición de la gente a leerlos. Algo así dijo con mucha más calidad literaria Ariel Avilez en su epílogo para mi libro de Orquídeo Maidana, donde se preguntaba para quién había hecho yo todo aquello y se respondía que para él; es decir, para los lectores de estos días, para esta época, tan distinta a los '80, cuando reinaban las grandes editoriales y todo lo que no pasaba por Columba, Record o Humor no existía. Un poco lo de Lovecraft, también: “No está muerto lo que puede yacer eternamente.”

Analizando Fusilen a Dorrego, entiendo con cierta congoja que nuestra historia siempre tuvo “bandos” y divisiones desde los gobernantes hasta el pueblo. No faltaban cipayos y estancieros dispuestos a modificar las leyes en su propio provecho dejando al pueblo sin esperanzas. En tu opinión ¿Cuánto cambió la historia hasta el día de hoy?

         Cambiaron los métodos. Antes se combatía a suerte y verdad, se degollaba o fusilaba y listo. Ahora, los mismos bandos pelean por medio de los grandes medios de comunicación y su campo de batalla es la mente de la gente. Pero la lucha sigue siendo la misma: de un lado los que ganan con la entrega de lo nuestro al capital extranjero, los que fusilaron a Dorrego, los “Manos” de El Eternauta... y del otro los que defienden al pueblo. Ojo, que estos dos bandos están en todo el mundo, es una lucha eterna que no es un privilegio único de “este país”.  Claro, no todo es tan blanco o negro, y a veces cuesta encontrar una coherencia absoluta en los que están del lado de lo nuestro. Pero Errare humanum est, ¿no? Lo importante es tener claro cada uno de nosotros para dónde vamos, ayudar en lo posible, y no olvidar lo que dijo Martín Fierro: “los hermanos sean unidos... si entre ellos pelean, los devoran los de ajuera.”

Tu estilo de dibujo es clásico. Noto que conservas un total respeto por la imagen histórica con un ritmo de narración muy clásico, yo no podría contarlo como vos y si algún día me atreviera a realizar  un histórico sé que mis encuadres estarían teñidos de climas exagerados y hasta fantásticos. Lo menciono porque hace un par d años, Mariano Antonelli me obsequió su libro “A través de los Andes” y te juró que me impactó. Por el estilo que eligió y por la forma de retratar a un San Martín humano y a la vez, aunque él no esté de acuerdo, je, je. Como un prócer heroico. Seguro conocés esa historieta también publicada por DUENDES. ¿Cuándo emprendes un proyecto histórico el estilo es determinante o se puede tener libertad en ese aspecto?

         Conozco a Mariano y tengo su libro dedicado y todo. Está muy bueno. Me parece genial que alguien pueda tomar la figura de San Martín y hacer una historia fantástica, totalmente libre. El que lea esa historia seguro va a querer saber más de San Martín, ya lo vio fuera el bronce y se le hizo interesante. También Fer Gris y el guionista Oenlao están haciendo obras muy positivas en el terreno de lo histórico. En mi caso, no creo ser un dibujante “clásico” 100%. Tengo mucho de Pratt, de Robbins, de Lito Fernández, dibujantes no muy realistas, más bien expresionistas... pero es cierto  que en temas “serios” no me gustan las deformaciones ni los efectos “raros”. Cuando hago Orquídeo Maidana es otra cosa, ahí me permito otras libertades e, incluso, otras influencias, como Fontanarrosa o Ferro. La libertad siempre está en uno, no hay que pedirla ni esperarla. Uno decide con qué estilo va a hacer cada cosa. O cree que decide, porque generalmente uno sólo puede hacer lo que “le sale” aunque piense que lo está manejando intelectualmente. Para mí, el inconsciente sabe lo que hace. Hay que dejarlo en libertad, simplemente, y después, en otro momento, pegarle una revisada al trabajo antes de entregar, por las dudas, ja, ja...!

Si, te mencioné lo clásico, pero es evidente tus influencias prattianas y hasta breccianas en algunas viñetas. Lo que ocurre que hoy, en la distancia, esos dibujantes ya forman parte de la historia clásica de nuestra historieta. Ojalá las generaciones de historietistas del futuro no lo olviden, que tengan memoria. A propósito ¿Cómo ves a la movida de jóvenes historietistas? ¿Lo positivo y lo negativo que consideres?

         Claro. Nosotros llamábamos “clásicos” a los dibujantes ultra- realistas, como Salinas, Foster o Raymond. Ahora el concepto se ha extendido. No veo mucho de lo nuevo que se hace y mucho de lo que veo no me atrae.  Muchas historias no se entienden, hay un exceso de egocentrismo, me parece, como si el autor dijera: “Aquí lo importante soy yo”. Y se olvida que hay un lector que tendrá que descifrar lo que quiso decir o dibujar. Estoy tratando de nombrarte alguien que me guste me viene a la mente el delirante de Diego Parés. Salvador Sanz es algo serio. En la Duendes tenemos a Daniel Mendoza, y Omar Hirsig, además de Fer Gris, Bernoy, el uruguayo Gezzio, que vienen muy bien. Seguro que hay muchos más, pero la verdad es que leo poca historieta.

¿Cuál es tu opinión acerca de la propuesta de ley para incentivar la producción de historieta nacional?
         Está muy bien. Todo lo que se haga para asegurar nuestros derechos cuenta con mi apoyo. El dibujante es un trabajador muy desamparado por las leyes. Lo único seguro que tenemos es que dibujaremos hasta el final.
¿Y respecto a la idea de agremiarse para conseguir la pensión o jubilación para los dibujantes?
         Lo mismo. Está muy bien que aquellos que han contribuido a la cultura nacional tengan derecho a una vejez digna, ya que difícilmente uno se enriquezca contando historias “de acá”.
         En general, los dibujantes hacen plata trabajando para el exterior, privando a su pueblo de su talento y poniéndolo al servicio de historias que no tienen nada que ver con nosotros y más bien contribuyen a nuestra alienación cuando al final se publican aquí. Todo lo que hemos hecho para el exterior, en general, responde a la mentalidad de los países dominantes, exactamente la opuesta de la que deberíamos cultivar. Por ejemplo: agarro una vieja revista Skorpio al azar y me encuentro con once historietas de guionistas y dibujantes argentinos. ¿Y cuántas transcurrían en nuestro país?... Cero. ¿Cuántas eran protagonizadas por argentinos?... Cero. Todas estaban hechas para el mercado italiano y se publicaban aquí de rebote, con protagonistas yankees, franceses, guerreros de épocas inidentificables... ¡Por suerte había una nota de Grassi evocando al dibujante Repetto, un connacional... que se la pasó dibujando cowboys y aviadores de la segunda guerra mundial!
         A lo que iba, es que todos estos brillantes colegas seguramente han ganado buena guita en tantos años de cobrar en dólares o euros y por ahí no necesitan tanto de una pensión o jubilación. Pero los que se mantuvieron dentro del mercado interno, dibujando personajes nacionales, poco vendibles en el exterior pero significativos para nosotros,  por ahí no han recibido una compensación parecida y se da la paradoja de que ellos le entregaron su vida a la cultura nacional y a la hora en que su capacidad de trabajo disminuye con la edad y los cambios de modas, reciben como única retribución, el olvido. Pienso que hay que permitir una vejez digna a los que nos han dado tanto y también un reconocimiento permanente a su obra
Facundo, Dorrego… Ahora estás promocionando La Vuelta de Obligado y en DUENDES se puede leer a Facundo ¿Qué podés contar de estas nuevas historias?

         Facundo se publicó en La Voz después de Dorrego, así que sigue el mismo camino en La Duendes. Antes de fin de año pensamos publicar el libro con la biografía completa. Es un trabajo de transición, entre el rigor histórico de Dorrego y un enfoque más liberado como el que apliqué en El Chacho Peñaloza, que vino después, donde llego a incorporar personajes ficticios para agilizar el relato.
         La Vuelta de Obligado tiene otra historia, muy diferente. Para empezar, la escribí y dibujé el año pasado, o sea que... ¡al fin publico un trabajo nuevo! En principio el pasado a tinta, la tapa y otras cosas iban a estar a cargo del amigo Felipe Ávila, quien, en cierta manera posibilitó que esto se concrete al ponerme en contacto con el editor. Luego las cosas se complicaron. La épica no sólo estuvo en el relato en sí, sino que fue una lucha poder llegar al final: por problemas de salud Felipe no pudo seguir con la tinta y la última parte de la historieta se encargaron dos grandes amigos del estudio Géminis, quienes prefirieron firmar con el nombre del estudio (¡que de esta manera volvió a la vida!), en lugar del suyo propio. Luego hubo complicaciones de último momento y no llegamos a tiempo para el 20 de noviembre, la fecha de la batalla, como era nuestra intención,  pero al final llegamos a buen puerto, con un buen producto. También participó otro “geminiano”: Ramón Gil, que hizo un gran trabajo con el color.
         Haciendo un poco más de historia, La batalla de La Vuelta... es otro caso de ocultamiento: siempre se la mostró como un hecho aislado, casi un capricho de los anglo-franceses, a los que se les ocurrió venir a darse un paseo por el Paraná sin el permiso de Rosas y éste se empecinó en no dejarlos pasar. A medida que uno investiga, comprueba que este hecho estuvo encadenado a muchos otros, como el sitio de Montevideo y la prédica de los exiliados unitarios, que llegaron a proponerles a los ingleses la creación de una República de la Mesopotamia, escindiendo nuestro país. Todo esto conformó lo que los historiadores actuales llaman La Guerra del Paraná. Un conflicto que teminó con una victoria nuestra, donde el invasor tuvo que retirarse con la cola entre las piernas. Por lo tanto, la cosa da para mucho más y aquí va la primicia: 
Ya estoy trabajando en el que va a ser el primer libro de una Trilogía: La Guerra del Paraná. ¡Vienen por los Ríos!, donde muestro todo lo que pasó antes del combate, los preparativos y hechos realmente cinematográficos como el robo de nuestra flota, a manos de ingleses y franceses, las incursiones depredadoras del legendario Giuseppe Garibaldi, prócer de la independencia italiana y a la vez pirata y mercenario en nuestro continente, etc. El segundo libro es La Vuelta de Obligado, y el tercero, si todo anda bien, mostrará los distintos combates que hubo sobre el Paraná tanto cuando los invasores iban como cuando volvían, donde los nuestros les dieron como en bolsa, sobre todo en la Angostura del Quebracho.
         Tengo que agregar que estos temas me tocan muy de cerca, porque, habiendo nacido en Villa Ramallo, conocía desde siempre La Vuelta de Obligado y otro lugar donde se combatió más de una vez: EL Tonelero, donde también tenía sus cuarteles el general Mansilla. Es lo que siempre quise hacer: contar historias que tengan que ver conmigo, con mi gente y nuestra historia. ¡Espero poder continuar haciéndolo!
         ¡Muchas gracias, Mario, por esta nueva oportunidad de dialogar con vos y con tus lectores!
¡Mozo!


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